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¿Qué pasa con los entrenadores de la Euroliga?

  • Foto del escritor: Christian Crudeli
    Christian Crudeli
  • hace 5 días
  • 4 Min. de lectura
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Esta semana ha sido histórica para la Euroliga, con la sorprendente dimisión de dos de los entrenadores más legendarios de la competición: Ettore Messina del Armani Milan, Zeljko Obradovic del Partizan y, esta mañana, Igor Kokoskov de despedia de el Anadolu Efes. Tres nombres que representan décadas de éxito, sabiduría y logros en el baloncesto europeo. ¿Qué está sucediendo en el baloncesto de élite europeo para que entrenadores de esta talla decidan dar un paso al lado en tan poco tiempo?


La presión creciente en los banquillos


A lo largo de los últimos años, se ha hablado mucho sobre la evolución del baloncesto y el impacto de las nuevas generaciones de jugadores. Hoy en día, no basta con ser un gran estratega o un experto en tácticas; ser entrenador significa lidiar con egos, personalidades complejas y, muchas veces, gestionar conflictos en el vestuario. Los jugadores ya no son solo atletas, sino marcas vivientes, influencers, y eso se refleja en sus actitudes tanto dentro como fuera de la cancha.


Este fenómeno no es exclusivo de la NBA, pero en Europa está adquiriendo una dimensión interesante. Si bien antes se respetaba de forma casi reverencial la figura del entrenador como líder, ahora parece que muchos jugadores ven al coach más como un facilitador o un "manager" que debe adaptarse a sus necesidades psicológicas y emocionales, en lugar de ser el comandante que toma decisiones firmes y exige disciplina.


Las palabras de los entrenadores


Zeljko Obradovic, un entrenador conocido por su intensidad y su capacidad de motivar a jugadores a lo largo de los años, tomó la decisión de dimitir del Partizan después de una racha negativa de resultados. Siete derrotas en ocho partidos y algunos problemas internos en el vestuario, especialmente con Jabari Parker, quien no ha logrado el rendimiento esperado, parecen haber sido la gota que colmó el vaso. En su declaración tras la derrota ante el ASVEL, Obradovic expresó su frustración:"Entré en el vestuario y todos mis jugadores estaban con los móviles".


Este gesto de desconexión refleja el creciente desencanto del técnico con una generación de jugadores que parece más centrada en sus redes sociales que en el equipo. La falta de concentración y compromiso dentro del vestuario, según Obradovic, fueron claves en su decisión.


Ettore Messina, por su parte, también ha explicado los motivos detrás de su marcha del Armani Milan. En un comunicado, el entrenador italiano expresó:"Me di cuenta de que me había convertido —y sigo siéndolo— en una fuente de división y, en consecuencia, en una distracción. Aunque me comprometía a hacer mi trabajo lo mejor posible, cualquier circunstancia se convertía en una oportunidad para convocar un referéndum a favor o en contra. Por esta razón (y sólo por esta), decidí eliminar una situación que se había convertido en una fuente de gran tensión para mí y en una fuente de perjuicio para el equipo y el club."


Messina añade que su decisión tiene un único propósito: "Fomentar un momento de unidad, creando las condiciones para que todos se unan al equipo." Su marcha no fue una retirada, sino un intento por preservar la armonía y evitar que la situación empeorara.


¿Problemas de respeto o falta de adaptación?


¿Estamos ante un problema de falta de respeto hacia los entrenadores históricos, como Messina y Obradovic? ¿O estamos viendo una brecha generacional en la que los entrenadores más tradicionales no logran adaptarse a los nuevos tiempos y a los jugadores que llegan con un perfil más individualista?


La influencia de las redes sociales ha jugado un papel clave en esta transformación. Hoy en día, los jugadores no solo se comunican a través de los medios tradicionales o dentro del vestuario, sino que sus opiniones, emociones y frustraciones se comparten en tiempo real con millones de personas. Esto da un poder inmenso a las figuras que, antes, eran más discretas. Los entrenadores ya no solo deben motivar a sus jugadores, sino también gestionar su imagen pública y mantener un equilibrio en un entorno cada vez más volátil.


¿Nos estamos pareciendo a la NBA?


Es inevitable preguntarse si lo que estamos viviendo en Europa está llevando al baloncesto a una dinámica similar a la de la NBA. En la liga estadounidense, hemos visto cómo los entrenadores se ven desplazados por las demandas de los jugadores estrella, y cómo las decisiones tácticas y estratégicas pueden quedar en un segundo plano ante el poder de los egos. En Europa, aunque las diferencias culturales y estructurales son notables, parece que el protagonismo de los jugadores está ganando terreno.


¿Qué depara el futuro?


La dimisión de entrenadores históricos no solo genera incertidumbre sobre el futuro inmediato de sus respectivos equipos, sino que abre un debate más profundo sobre la evolución del baloncesto profesional en Europa. Si figuras como Messina y Obradovic, con su vasta experiencia, se ven obligados a dar un paso al lado, ¿qué significa esto para las futuras generaciones de entrenadores y jugadores?


La pregunta que surge es: ¿qué tipo de entrenador necesitamos en el baloncesto de hoy? ¿Alguien que pueda balancear las exigencias tácticas con el manejo psicológico de jugadores cada vez más complejos? ¿O estamos ante una nueva era donde los entrenadores se convierten en simples piezas del engranaje, subordinados a la voluntad de los jugadores?


En el baloncesto FIBA, seguimos a los jugadores y entrenadores con igual devoción, pero cuando grandes figuras del baloncesto europeo se van, el futuro parece un poco más incierto. Si en pocos días hemos perdido a dos de los entrenadores más grandes, ¿qué les espera a los equipos que tienen la responsabilidad de llenar esos vacíos?

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